viernes, 30 de julio de 2010

LA ALMOHADA



Estaba sentado junto a la barca pensando en su último viaje. Era una suerte, haber encontrado la almohada que le permitiera tener sueños maravillosos. Nunca antes pudo dormir tan plácidamente. Hasta hacía una semana con solo cerrar los ojos, le inundaban pesadillas tan extenuantes que, al amanecer tenía la sensación de haber estado corriendo toda la noche sin parar, tal vez por una gran serpiente que quería devorarle, o un monstruo terrible que le comía poco a poco proporcionándole un daño terrible, o que un simple alfiler se adueñaba de su cerebro y se lo hacía reventar a pinchazos mientras él lloraba angustiado ante la impotencia y el dolor hasta que… ¡Por Dios, otra pesadilla!, exclamaba muy alterado pero a la vez feliz de haber despertado.

-¡Ha sido una semana perfecta! –dijo de pronto en alto, sin poder evitar la alegría que sentía.

Volvió a su casa al anochecer dispuesto a irse a la cama pronto.

Su rostro cambió de pronto al observar a su madre, sentada en su silla preferida, despojando a una almohada de sus copos.

martes, 20 de julio de 2010

EL SILENCIO


Había comenzado el verano y el calor se hacía insoportable. De pronto el aire se volvió espeso e irritable en los ojos. ¡Vaya, es la calima! me dije. De pronto se escuchó un frenazo brusco, un fuerte golpe y luego el silencio. Me di cuenta que no podía articular una palabra y veía a la gente pasar a mi lado y mirarnos con cara de asombro. ¡Nadie podía hablar!.

Unos minutos después escuché un revoloteo que se acercaba. Un precioso pajarillo amarillo se posó sobre mi hombro y comenzó a cantar.

Jamás había escuchado sonido más maravilloso. La dulce melodía me invitó a cerrar los ojos y escuchar con agrado los acordes. Tuve la impresión de estar en un lugar remoto plácidamente echada sobre la hierba, observando el cielo azul y pletórica de felicidad.

Entonces la melodía cesó y abrí los ojos. Se escuchaban las bocinas de los coches, el murmullo de la gente, los pasos apresurados… La calima había desaparecido.


martes, 13 de julio de 2010

LA MAGIA DEL VALOR


Durante el último año se había preparado con entusiasmo. Amaba la música y tocar el piano la hacía sentirse especial.

Su abuelo había actuado en distintos lugares del mundo y le contaba historias maravillosas. Desde muy pequeña escuchaba a su abuelo al piano con gran admiración y Ana le decía:

-Abuelo, quiero ser como tú. Enséñame todo lo que sabes.

No fue fácil para Ana, ya que tenía que compaginar sus estudios, con largas horas ante el piano. Pero ella, llevada por el entusiasmo que su abuelo se había encargado de transmitirle, se superaba día a día.

Hasta que sus profesores le comunicaron que había sido elegida para presentarse a la audición, que de ser elegida, conseguiría una beca para continuar sus estudios en el maravilloso país de la esfera azul, donde todo el que llegaba allí, era considerado por su amor y brillantez en la música. Era un sueño para Ana, pero tocar en público y con tanta responsabilidad, le producía pavor.

Las historias del abuelo fascinaban a Ana, pero, hasta ese momento, no fue capaz de verse ella misma en un escenario. Se le encogía el estómago de imaginarlo. No podía dormir y apenas podía comer. Solo pensar en ese momento la angustiaba.

-Es pánico escénico, se te pasará le decía su madre.

-Tranquila, hija, una vez comiences a tocar, ese miedo desaparecerá –agregaba su padre.

Pero estas palabras no relajaban a Ana; al contrario, la desesperaban más.

Su abuelo la observaba y le sonreía, mientras la animaba a seguir practicando.

El día antes de la audición, Ana era un manojo de nervios. Ni siquiera fue capaz de practicar en el piano. No se podía concentrar y lo único que conseguía era angustiarse y echar a correr a su cuarto llorando desconsolada.

Antes de irse a dormir, el abuelo fue a la habitación de Ana a darle las buenas noches. Él, con su andar sereno y su rostro relajado se acercó a ella y se sentó a su lado en la cama.

-Mi querida niña, ¿crees que merece la pena, que tires tantos años de lucha por la borda en tan poco tiempo?

-Abuelo, es algo superior a mí. Cuando me imagino en el escenario y que todos me observan, me llena de angustia. No podré hacerlo.

-La primera vez que tuve que actuar en público, también lo pasé mal. El miedo era superior a las ganas y al conocimiento. A la hora de actuar me quedé paralizado y mi anciano maestro, entendiendo la situación por la que estaba pasando, se acercó a mí, me cogió la mano y puso en ella un objeto mágico. Me dijo que el valor que me faltaba, ya lo tenía en mi mano. Miré el objeto, lo puse a mi lado y comencé a tocar sin apenas darme cuenta del público. A partir de ese día desaparecieron los miedos.

Ana abrió los ojos incrédula y llena de curiosidad le preguntó a su abuelo:

-¿Qué te dio, abuelo?

El abuelo metió la mano en el bolsillo y sacó una piedra gris, lisa y plana. Ana, sorprendida añadió:

-¡Es una piedra!

-, pero mágica. Es la piedra del valor, ese valor que me faltó a mí la primera vez y del cual tú careces hoy. Agárrala fuerte y llévala contigo mañana. Déjate llevar por ella y todo saldrá bien.

Ana se relajó. Ella siempre había confiado en su abuelo y pensar que a él también le diera miedo su primera vez ante el público, hizo que esa noche pudiera dormir.

Ya solo faltaban cinco minutos para que anunciaran el nombre de Ana. Apenas sentía las piernas y de vez en cuando le daba la sensación de que su corazón se paraba. Se ponía la mano en el pecho y respiraba aliviada al comprobar que seguía latiendo.

Cuando anunciaron su nombre se quedó petrificada entre bastidores. Un sudor frío empañaba su frente. Levantó la vista y vio, a lo lejos, al otro lado del escenario, a su abuelo que le asentía con la cabeza. Ana metió la mano en el bolsillo de su falda y tomó la piedra. La miró unos segundos y la apretó contra su pecho. Apenas sin darse cuenta se dirigió al escenario. Tras saludar con un gesto de inclinación de cabeza, se sentó frente al piano. Tomó la piedra y la puso a su lado. Comenzó a tocar, casi sin darse cuenta. El sonido de la música le parecía lejano y ella se sentía flotando entre las notas. El sonido de los aplausos le indicó a Ana el final de su actuación y por supuesto lo bien que lo había hecho.

Ana consiguió la beca y terminó con éxito su carrera. Hoy es ella quien cuenta a sus nietos historias maravillosas. Aún conserva la piedra mágica, la piedra del valor como la llamó su querido abuelo.

Lo que ella no sabe es que esa piedra la tomó aquella misma noche su abuelo del jardín.

domingo, 11 de julio de 2010

VOCES CON ALAS


Llegó el gran día y con la primera luz del alba, las aves, elegirían a su líder.

El canto del Gallo Morfeo indicó el comienzo de los propósitos, acto que se celebraba cada año en la ensenada sur. Tras el canto anunciador, se hizo el silencio y solo se escuchó el ruido de las débiles olas al romper en la playa.

El Gallo Morfeo comenzó su discurso:

-Señoras y señores, hoy es el gran día. Hemos recibido a ocho candidatos. Cada uno de ellos hará sus propósitos y al acabar votaremos para elegir a nuestro “Ala Mayor”. Empieza exponiendo sus propósitos Águila Teresa.

El Águila Teresa, muy elegante, orgullosa y tiesa comenzó su discurso:

-Yo propongo, vigilar desde los cielos a especies amenazantes. Compartir la caza con los más débiles y sobre todo no atacarles. Haré de transporte para las pequeñas especies para que puedan llegar a los lugares más difíciles, utilizando mis garras muy suavemente…

De pronto se escuchó una voz de fondo:

-Sí, para luego zampártelos a gusto, lista.

Todos se rieron demostrando así la conformidad al comentario anónimo. El Gallo Morfeo se enfadó y les pidió que guardasen silencio. El Águila Teresa algo incómoda y sonrojada por el comentario añadió:

-Eh, ¿por dónde iba? Ah, síPues eso: propongo seguridad y alimentos.

El Gallo Morfeo con una risilla traviesa, continuó.

-Bien Teresa, muchas gracias. Es el turno del Cóndor Luis Gabriel.

De pronto se abrió paso el cóndor entre los asistentes y todos le miraron con asombro. Era muy alto, sin plumas en su cabeza, lo cual realzaba así su seriedad y altanería.

-Yo propongo acoger a todas las especies de aves migratorias desde el primer día, ayudarles a convivir y ofrecerles nuestra ayuda. Cuando yo llegué a este país me sentí muy solo y gracias a vosotros he podido integrarme. Algunos –y aquí señala al grupo de las águilas y los buitres- me acusaron de venir a robarles el alimento, el trabajo… pero los demás me hicieron sentir bien.

Se escucharon aplausos entre la multitud. El Cóndor Luis Gabriel abandonó el estrado muy orgulloso de su discurso.

-Es el turno de la Lechuza Paca anunció el Gallo Morfeo. Por favor Doña Paca sea breve.

La Lechuza Paca tenía fama de parlanchina y era raro no quedarse dormido con sus historias nocturnas.

-Yo propongo trabajar mientras los demás duermen en vez de hacer ganchillo pero, eso , considerando que el trabajo nocturno es más agotador que el diurno, a cambio daré puestos de trabajo a varias amigas mías que se pasan el día cotorreando, y así mantendrán la ciudad limpita y al amanecer todo estará como los chorros del oro. Además…

-Señora Paca, es suficiente, creo que todos la hemos escuchado y entendido añadió el Gallo Morfeo, algo cansado del argumento de la lechuza. Los asistentes suspiraron aliviados a la intervención del Gallo Morfeo-. Es el turno ahora de la Cigüeña Clotilde. La cigüeña, con pasos lentos y firmes se acercó y propuso:

-Yo propongo aumentar el índice de natalidad haciendo buen uso de la fama que me precede. Aumentaré las ayudas a las madres y facilitaré que los padres cuiden de sus bebés mientras las madres trabajan y así acabaré con las desigualdades existentes. ¡Arriba las madres!

Se escucharon unos gritos femeninos a favor de la cigüeña, la cual abandonó el estrado elevando su largo pico en señal de orgullo y satisfacción.

-Gracias Doña Clotilde. Es el turno del Palomo Alfredo.

El palomo se acercó con su buche muy hinchado y mirada abstraída, haciéndose el interesante.

-Yo…, ejem, yo propongo construir nuevos nidos y arreglar los que están en ruinas, y hacer de nuestra comunidad un lugar agradable para vivir y de grandes familias.

A cambio recibiré alimentos en contribución al bienestar de la comunidad. Se escuchó otra voz a lo lejos que manifestó a gritos: Así podrás engordarte el buche, bribón”. Los asistentes rieron a carcajadas y sonaron los aplausos a la vez que gritos de “¡Fuera! ¡Fuera!”. El Gallo Morfeo calmó a los asistentes haciendo abandonar el estrado al palomo.

-Tranquilidad, que aún quedan candidatos y las votaciones. Es el turno del Mirlo Gustavo.

El Mirlo Gustavo, con sus aires de banquero, se había creado una buena posición con todo aquello que se adueñaba, ya fuera brillante o no.

-Yo propongo unirme a la propuesta del Palomo Alfredo, ofreciendo préstamos de cosas que he ido acumulando. En caso contrario me quedaré con el nido, cosa que no ocurrirá, ya que a más familias, más ganamos todos…

De nuevo los abucheos y los gritos le obligan a abandonar su discurso. El Gallo Morfeo suspira cansado y piensa: “Esto se está poniendo feo”. Aun así contin.

-Vamos a intentar poner un orden, tranquilizarnos, que se nos hace de noche. Es el turno de Gaviota Onofre.

-Bien, yo propongo hacer honor de mi antepasado Juan Salvador y hacer un llamamiento a la libertad y a la eliminación de fronteras. Crearé un ejército de paz, que vigile sin atacar. Que colaboren allí donde hay catástrofes. Irán armados con piedras para intimidar y sólo harán uso de ellas si es necesario.

De pronto se escuchó una vocecilla muy lejana y algo tímida que, entre balbuceos, logró decir: ¿Para qué necesita armas un ejército de Paz…?”. Es Tatiana, una gorriona adulta y la última candidata. El Gallo Morfeo la animó a subir y la presentó a los asistentes.

-Yo propongo ser cada día mejores, salir a trabajar, proteger a nuestras familias, aceptar a otras especies y ofrecerles nuestra ayuda, hacer turnos para que todos podamos descansar, enseñar con paciencia y sabiduría a las nuevas generaciones, escoger en libertad nuestros nidos y reconstruirlos. Hacer de nuestro hábitat un lugar pintoresco y cuidado. Con esto quiero decir que sigamos siendo animales. El error sería parecernos a los humanos.

PAZ MONZÓN

sábado, 10 de julio de 2010

CURSO DE LITERATURA
Hace tres semanas se inició en la biblioteca Arnao un curso de literatura. El curso con el nombre de "Factoría de Ficciones", estaba compuesto por: El cuento tradicional, el cuento literario y los microrrelatos. Impartió el curso Alexis Ravelo, maravilloso escritor y un excelente profesor. Ha publicado tres libros de cuentos y un par de novelas, además ha escrito libretos para algunos espectáculos teatrales, letras para canciones, artículos y reseñas, además de impartir habitualmente talleres literarios, orientados tanto al público adolescente como a lectores iniciados. Esto último lo he copiado de su blog que espero a él no le importe. Invito a todo el mundo a visitarlo ya que es un blog muy interesante http://alexisravelo.canariblogs.com.
Debo decir que el curso ha sido maravilloso. He aprendido mucho tanto con Alexis como con el resto de compañeros asistentes. Darle las gracias desde aquí, a los compañeros, a Alexis, Juana María y a mi queridísima tía Pino por mantenerme al tanto de las cosas verdaderamente especiales.
Aprovecho este mi blog, para invitaros a todos-as a publicar en él todo lo que se les vaya ocurriendo y hacer de ello un espacio cultural, libre y divertido.